sábado, 27 de junio de 2009

Año Sacerdotal en la Iglesia Católica.

Indulgencias en el Año Sacerdotal en honor del Santo Cura de Ars.

El Papa Benedicto XVI decidió convocar un Año sacerdotal especial con ocasión del 150 aniversario de la muerte de san Juan María Vianney, cura de Ars, modelo luminoso de pastor, entregado completamente al servicio del pueblo de Dios, quien partió al encuentro del Señor el 4 de Agosto de 1859.

Durante este Año sacerdotal, que comenzó el 19 de junio de 2009 y se concluirá el 19 de junio de 2010, se concede el don de indulgencias especiales.

Dado que su ejemplo ha impulsado a los fieles, y principalmente a los sacerdotes, a imitar sus virtudes, el Sumo Pontífice Benedicto XVI ha establecido que, con esta ocasión, desde el 19 de junio de 2009 hasta el 19 de junio de 2010 se celebre en toda la Iglesia un Año sacerdotal especial, durante el cual los sacerdotes se fortalezcan cada vez más en la fidelidad a Jesucristo, con piadosas meditaciones, prácticas de piedad y otras obras oportunas de caridad y entrega virtuosas.

Este sagrado tiempo comienza con la solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús, Jornada de santificación de los sacerdotes, cuando el Sumo Pontífice celebra las Vísperas ante las reliquias de san Juan María Vianney, traídas a Roma por el obispo de Belley-Ars.

Benedicto XVI concluirá el Año sacerdotal en la plaza de San Pedro, en presencia de sacerdotes procedentes de todo el mundo, que renovarán su fidelidad a Cristo y su vínculo de fraternidad y servicio a la comunidad humana.

El Papa pide a los sacerdotes que se esfuercen, con oraciones y obras buenas, por obtener de Jesús, sumo y eterno Sacerdote, único mediador entre Dios y los hombres, la gracia de brillar por la fe, la esperanza y la caridad, y otras virtudes, y muestren con su estilo de vida, pero también con su aspecto exterior, que están plenamente entregados al bien espiritual del pueblo, que es lo que la Iglesia siempre ha buscado por encima de cualquier otra cosa, principalmente en la persona de los pobres, pero sin descuidar los demás.

Para conseguir mejor este fin, ayudará el don de las indulgencias que se otorgan durante el Año sacerdotal:

A los sacerdotes realmente arrepentidos, que cualquier día recen con devoción al menos las Laudes matutinas o las Vísperas de la tarde ante el Santísimo Sacramento de la Eucaristía, en el Sagrario o expuesto en forma simple o solemne, y, a ejemplo de san Juan María Vianney, se ofrezcan con espíritu dispuesto y generoso a la celebración de los sacramentos, sobre todo al de la Penitencia, se les otorga misericordiosamente de parte de Dios indulgencia plenaria (remisión total de las penas que merecen por sus pecados perdonados en cuanto a la culpa por medio del arrepentimiento y la confesión sacramental), que podrán aplicar también a los presbíteros difuntos, si además se acercan a la confesión sacramental y al banquete eucarístico, y oran según las intenciones del Sumo Pontífice.

A los sacerdotes se les concede, además, la indulgencia parcial, (remisión parcial de la pena que merecen por sus pecados perdonados en cuanto a la culpa por el arrepentimiento y la confesión sacramental) también aplicable a los presbíteros difuntos, cada vez que recen con devoción oraciones aprobadas, para llevar una vida santa y cumplir con amor casto las tareas a ellos encomendadas.

A todos los fieles cristianos realmente arrepentidos que, en una iglesia u oratorio, asistan con devoción a la Santa Misa y ofrezcan por los sacerdotes de la Iglesia oraciones a Jesucristo, sumo y eterno Sacerdote, único mediador entre Dios y los hombres, y ofrezcan también cualquier obra buena realizada en ese día, para que santifique a los sacerdotes y los modele según su Corazón, se les concede la indulgencia plenaria, debiendo estar en gracia de Dios por medio de la penitencia sacramental, y también elevar a Dios oraciones según la intención del Sumo Pontífice.

Esta indulgencia plenaria será:

En los días en que se abre y se clausura el Año sacerdotal (19 de Junio), en el día del 150° aniversario de la muerte de san Juan María Vianney (4 de Agosto), en el primer jueves de mes o en cualquier otro día establecido por el Obispo de cada lugar para utilidad de los fieles.

Será muy conveniente que, en las iglesias catedrales y parroquiales, sean los mismos sacerdotes encargados del cuidado pastoral quienes dirijan públicamente estas prácticas de piedad, celebren la santa misa y confiesen a los fieles.

También se concederá la indulgencia plenaria a los ancianos, a los enfermos y a todos aquellos que por motivos legítimos no puedan salir de casa, si con el espíritu desprendido de cualquier pecado y con la intención de cumplir, en cuanto les sea posible, las tres acostumbradas condiciones (confesión, eucaristía y oración por el Papa), en su casa o donde se encuentren a causa de su impedimento, en los días antes determinados rezan oraciones por la santificación de los sacerdotes, y ofrecen con confianza a Dios, por medio de María, Reina de los Apóstoles, sus enfermedades y las molestias de su vida.

Por último, se concede la indulgencia parcial a todos los fieles cada vez que recen con devoción en honor del Sagrado Corazón de Jesús cinco padrenuestros, avemarías y glorias, u otra oración aprobada específicamente, para que los sacerdotes se conserven en pureza y santidad de vida.

Este Decreto comentado tiene vigor a lo largo de todo el Año sacerdotal.
Sepamos aprovecharlo en beneficio nuestro y de nuestros sacerdotes.

Gustavo Daniel D´Apice – Profesor de Teología – Pontificia Universidad Católica - http://es.catholic.net/gustavodaniel http://gustavodaniel.autorcatolico.org http://es.netlog.com/dialogando/blog

lunes, 8 de junio de 2009

La Fiesta del Corpus Christi y el pensamiento de Benedicto XVI, el papa teólogo.

Qué mejor que prepararnos para la Fiesta de Corpus Christi con algunos pensamientos homiléticos de Benedicto XVI:

CORPUS CHRISTI: EL SEÑOR ESTE PRESENTE EN NUESTRA VIDA

El Santo Padre afirma que en esta fiesta , "la Iglesia reviveel misterio del Jueves Santo a la luz de la Resurrección.

También en el Jueves Santo hay una procesión eucarística, con la que la Iglesia repite eléxodo de Jesús del Cenáculo al Monte de los Olivos. (...)

Jesús entregarealmente su cuerpo y su sangre.

Atravesando el umbral de la muerte, seconvierte en Pan vivo, auténtico maná, alimento inagotable por todos los siglos.

La carne se convierte en pan de vida".

"En la fiesta del Corpus Christi –continúa el Papa actual-, reanudamos esta procesión,pero con la alegría de la Resurrección.

El Señor ha resucitado y nosprecede. (...) Jesús nos precede ante el Padre, sube a la altura de Dios ynos invita a seguirle. (...) La verdadera meta de nuestro camino es lacomunión con Dios".

El Sumo Pontífice señala que en el sacramento de la Eucaristía "el Señor seencuentra siempre en camino hacia el mundo.

Este aspecto universal de lapresencia eucarística está presente en la procesión de nuestra fiesta.

Llevamos a Cristo, presente en la figura del pan, por las calles de nuestraciudad.

Encomendamos estas calles, estas casas, nuestra vida cotidiana, a subondad. ¡Que nuestras calles sean calles de Jesús!

¡Que nuestras casas seancasas para él y con él!

Que en nuestra vida de cada día penetre supresencia.

Con este gesto, ponemos ante sus ojos los sufrimientos de losenfermos, la soledad de los jóvenes y de los ancianos, las tentaciones, losmiedos, toda nuestra vida.

La procesión quiere ser una bendición grande ypública para nuestra ciudad: Cristo es, en persona, la bendición divina para el mundo.

¡Que el rayo de su bendición se extienda sobre todos nosotros!". Refiriéndose al mandato de Cristo: "Tomad y comed... Bebed todos de él",Benedicto XVI subraya que "no se puede "comer" al Resucitado, presente en laforma del pan, como un simple trozo de pan.

Comer este pan es comulgar, esentrar en comunión con la persona del Señor vivo.

Esta comunión, este actode "comer", es realmente un encuentro entre dos personas, es un dejarsepenetrar por la vida de Aquel que es el Señor, de Aquel que es mi Creador y Redentor.

El objetivo de esta comunión es la asimilación de mi vida con lasuya, mi transformación y configuración con quien es Amor vivo.

Por ello,esta comunión implica la adoración, implica la voluntad de seguir a Cristo,de seguir a quien nos precede.

Adoración y procesión forman parte, portanto, de un único gesto de comunión; responden a su mandato: "Tomad ycomed".

El Vicario de Cristo concluye poniendo de relieve que "nuestra procesión acaba ante labasílica de Santa María la Mayor, en el encuentro con la Virgen, llamada porel querido Papa Juan Pablo II "mujer eucarística". María, la Madre delSeñor, nos enseña realmente lo que es entrar en comunión con Cristo. (...)

Pidámosle que nos ayude a abrir cada vez más todo nuestro ser a la presenciade Cristo; que nos ayude a seguirle fielmente, día tras día, por los caminosde nuestra vida. ¡Amén!".

LA HOSTIA CONSAGRADA ES REALMENTE EL PAN DEL CIELO

En otra circunstancia relativa al Corpus, el Benedicto afirma que la Hostia consagrada es "el alimento de los pobres" y "fruto de la tierra y del trabajo del hombre".

Sin embargo, "el pan no es simplemente y solo un producto nuestro, algo hecho por nosotros; es fruto de la tierra y por tanto, un don. (...)

Presupone la sinergia de las fuerzas de la tierra y de los dones del cielo, es decir, del sol y de la lluvia".

"En un período en que se habla de la desertificación y oímos denunciar cadavez más el peligro de que hombres y bestias mueran de sed en las regionesque no tienen agua, nos damos cuenta de la grandeza del don del agua y deque somos incapaces de conseguirla por nosotros mismos.

Entonces, mirandodesde más cerca este pequeño trozo de Hostia blanca, este pan de los pobres,es como una síntesis de la creación".

El Santo Padre pone de relieve que "cuando al adorar miramos la Hostiaconsagrada, nos habla el signo de la creación.

Entonces encontramos lagrandeza de su don; pero también encontramos la Pasión, la Cruz de Jesús ysu resurrección".

"En la fiesta del Corpus Christi vemos sobre todo el signo del pan, quenos recuerda también la peregrinación de Israel durante los cuarenta años enel desierto.

La Hostia es nuestro maná, con el que el Señor nos nutre; esrealmente el pan del cielo, mediante el que se dona a sí mismo.

En laprocesión seguimos este signo y así le seguimos a El mismo". Benedicto XVI pide al Señor:

"¡Guíanos por los caminos denuestra historia!

¡Muestra a la Iglesia y a sus pastores siempre de nuevo eljusto camino!

¡Mira a la humanidad que sufre, que vaga insegura entretantos interrogantes; mira el hambre físico y psíquico que la tormenta!

¡Da a los seres humanos pan para el cuerpo y para el alma!

¡Dales trabajo, dalesluz, dales Tú mismo!

Purifícanos y santifícanos!".

"Haznos comprender que sólo mediante la participación en tuPasión, mediante el "sí" a la cruz, a la renuncia, a las purificaciones quenos impones, nuestra vida puede madurar y alcanzar su verdaderocumplimiento.

¡Reúnenos de todos los confines de la tierra! ¡Une a tuIglesia, une a la humanidad lacerada! ¡Danos tu salvación!".

Adaptación de Gustavo Daniel D´Apice
Profesor Universitario de Teología
Pontificia Universidad Católica

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La Eucaristía y el Corpus Christi.

Para celebrar con frutos espirituales y totales esta Fiesta, nos conviene recorrer brevemente algunos conceptos básicos de la Eucaristía y del Culto Eucarístico.

¿Qué celebra la Iglesia en ese día?

La Fiesta del Cuerpo y de la Sangre de Jesús Resucitado entregados por nuestra salvación, y su intención de quedarse hecho pan hasta su Segunda Venida Gloriosa, en la Parusía o Juicio Final.

¿Dónde contemplamos esta presencia de Jesús hecho pan?

Principalmente en los Sagrarios, donde se “reserva” la eucaristía para ir a adorarla en soledad, silencio y contemplación.

¿Cómo se produce esta conversión del pan y del vino en el Cuerpo y la Sangre de Jesús?

Por la Sucesión Apostólica, nuestros Obispos tienen el poder servicial de consagrar el pan y el vino, y Jesús actuando en ellos transforma esas especies en su Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad en su estado actual, es decir, Resucitado, dador de Vida en Abundancia y de Poder en el Espíritu.


A esta transformación se la llama “transubstanciación” (CEC 1375-1376):

Cambia la substancia del pan, que no es ya más pan, sino el Cuerpo Resucitado de Jesús, y lo mismo con el vino.

Permanecen lo que filosóficamente se llaman los “accidentes”: el color del pan, su gusto, su aroma, su rugosidad al tacto, su sonido cuando lo partimos.

Pero no su substancia, que es ya el Cuerpo del Señor.

En esta tarea, colaboran con ellos los presbíteros, ya que los Pastores no podrían atender a todos, como en los primeros tiempos del cristianismo, en el que el rebaño era muy pequeño, hasta la conversión del Imperio Romano a principios del siglo IV.

¿Qué es la adoración eucarística?

Sí, decimos bien. Adoración.

Porque se le tributa el mismo culto que a Dios, ya que el Hijo no solamente quiso hacerse hombre en Jesús de la Villa de Nazareth, sino que incluso se hizo una cosa inanimada, un vegetal, es decir, pan, en la cumbre de la humildad y del anonadamiento (el hacerse “nada”).

¿Qué formas de adoración existen fuera de la Misa, que es el lugar de consagración del pan y del vino en el Cuerpo y en la Sangre de Jesús?

1. Como ya dijimos, la soledad contemplativa y silenciosa ante el sagrario, donde también se reserva el Cuerpo para ser llevado a los moribundos, a los enfermos y a quienes lo pidan con justa causa fuera de la Misa (NRRS, notas prel. 5).

Es decir, lo que llamamos las Visitas al Santísimo Sacramento.

En la tradición espiritual cristiana, ellas se caracterizan por ser actos fervorosos y breves ante el Sagrario, elevando el alma hacia Jesús Sacramentado y tratando de unirse a Él.

Son actos fervorosos y breves porque, de mediar más tiempo, ya sería algún tipo de meditación u oración, pero no la Visita.

Puede acompañar alguna jaculatoria que enardezca el alma, principalmente el pronunciar el Santo y Dulcísimo Nombre de Jesús.
Y pueden repetirse durante el día.

Estas visitas se pueden hacer, en caso de no poder lograrlo físicamente, también espiritualmente, al pasar junto a un templo o cercano a él, encontrándose el mismo cerrado, o habiendo imposibilidad cierta de entrar por alguna causa justa (tiempo, hay otra celebración, etc.).

O desde el hogar, no pudiendo acercarse al templo por enfermedad u otras circunstancias.

2. La exposición con el Copón, abriendo el tabernáculo o bien depositándolo sobre el altar.

3. La exposición con la Custodia (ostensorio en forma circular de Sol, cuyos rayos rectos representan la luz y el calor del Señor, y sus rayos ondulados el amor y la ternura de Dios). Colocada sobre el altar.

¿Qué otras formas hay de culto eucarístico fuera de la Misa?1. Las procesiones eucarísticas (NRRS, íbid 86ss.).

Aquí se enmarca la Solemnidad del Cuerpo y de la Sangre del Señor (“Corpus Christi”) celebrada cada año, de acuerdo a las circunstancias y costumbres de cada lugar.

En San Juan, Argentina, se suspenden todas la Misas de la mañana en las Parroquias y se reúnen todos con el Pastor Arzobispo Arquidiocesano para tributar culto conjunto al Misterio Eucarístico de Nuestro Señor Jesús, Rey de Reyes y Señor de Señores.

Es conveniente que primero se celebre la Misa, y con la hostia recién consagrada se realice la procesión como manifestación sacramental de ese signo de fe.

2. Los Congresos Eucarísticos.

Es una “concentración cristiana” en la que se pueda conocer más profundamente algún Misterio de la Eucaristía, y venerarla públicamente como vínculos de caridad unitiva.

Se tiene muy en cuenta la elección del TEMA a tratar, con el que se avanzará en el conocimiento del Misterio Eucarístico, y para el cual se harán oportunas y exhaustivas consultas al Pueblo Santo de Dios.

Debe favorecer los estudios teológicos y el bien de la Iglesia local.

Las tareas en el Congreso serán :

a) Una catequesis más intensa acerca de la Eucaristía.

b) Una participación más activa de la Liturgia, escuchando la Palabra de Dios y estrechando lazos de fraternidad.

c) Investigación de recursos y obras sociales para los más necesitados, en vistas a su promoción humana y a la comunicación de bienes, aún temporales, como hacían las primeras comunidades cristianas.

Las Normas del Congreso serán las siguientes:

a) La Eucaristías celebrada será el centro y la cumbre de todas las formas de piedad.

b) Las celebraciones de la Palabra de Dios, encuentros catequísticos y conferencias, deberán tender a la profundización del tema propuesto

c) En lo referente a las preces y adoración, deberá darse precedencia a las Iglesias más aptas parta estos cometidos.

d) En la procesión eucarística, deberán tenerse en cuenta la condición social y religiosa de cada lugar.


Gustavo Daniel D´Apice
Profesor Universitario de Teología
Pontificia Universidad Católica

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